– No, no lo sé –respondió el “Caimán”.
– ¿Has visto lo que ha hecho ese taxista? El que
acaba de entrar, el que está al fondo.
– ¿Se está tomando un café? –el “Caimán” sabía que era eso lo que estaba
haciendo el taxista, pero también sabía que Pedro se estaba refiriendo a otra
cosa, que nunca adivinaría.
– Fíjate, ha abierto el sobre de azúcar, lo ha vertido
en el café, lo ha arrugado y lo ha tirado al suelo. Lo ha tirado al suelo
–remarcó.
–Todo el mundo tira la bolsita de azúcar al suelo,
¿qué quieres que me levante y le ponga una multa? ¿Es eso?
– No, claro que no. Lo que te estoy diciendo es que
esa es la razón por la que unos bares tienen éxito y otros no. Lo que nos gusta
en realidad, sobre todo a los hombres, es que nos dejen ser tal y como somos.
Es decir, unos guarros. ¿Tú tiras las cosas al suelo en tu casa? ¿Dime, tú las
tiras al suelo? No, no las tiras. Pero vas a un bar como este, y si tiras el
azucarillo vacío al suelo no pasa nada, y si tiras la ceniza al suelo, o la
colilla, o dejas las cosas de cualquier manera, o entras con los pies llenos de
barro, o con el paraguas mojado, no pasa nada. Eso te da un punto de
tranquilidad, ¿entiendes? Lo que la gente quiere es sentirse libre, y cuando tu
tendencia natural es la del desorden, la de no preocuparte por el desgaste de
las cosas, pues es ahí donde te sientes bien. Imagínate que pones un bar. Sí,
que tú ahora decides poner un bar. Y te gastas una pasta. Porque no es barato
poner un bar. Te has matado para que te den un crédito, que ni siquiera sabes
cómo vas a pagar, y pones un bar. Abres, lo tienes todo impoluto, no vas a
abrir un bar y lo vas a tener sucio el primer día, porque la gente diría: si
tiene el bar así el primer día, imagínate cómo debe ser ese tío. Entra un tío.
El bar está limpio, a estrenar, es el primer tío que entra al bar y te pide un
café. Tú se lo sirves. El tío no sabe qué tiene que hacer. Lo normal es que no
tire nada al suelo, ni siquiera la ceniza. Si se le cae un poco de ceniza el
tío se va a sentir mal. Porque sabe que el bar está impoluto, y si se le cae,
si por casualidad se le cae, a ti no te va a gustar, le vas a mirar mal. Es tu
bar y no quieres que nadie te lo ensucie. Pero para eso están los bares,
¿entiendes?, para que los manches sin que nadie te diga nada, sin que nadie te
moleste, ni se moleste porque tú los uses a tu manera. Y si no, mira las
grandes cadenas que funcionan, por ejemplo MacDonalds, no hay sitio más guarro
que ése. Por el suelo te encuentras de todo. La gente va allí y sabe que no
importa lo guarra que sea, no importa. Por eso tienen éxito. A la gente no le
gusta estar en un sitio y que tenga que estar mirando si se comporta de tal o
cual manera. Lo que quiere es estar a su rollo, no prestar atención a esas
cosas. Por ejemplo. Tú estás comiéndote tu bocadillo, y te vas a tomar tu café,
lo que quieres es que el camarero te pregunte si quieres café y te lo traiga,
no quieres que venga y te limpie la mesa. ¿Por qué? No porque te guste que tu
mesa esté sucia, no, es porque si el tío viene y te la limpia te está diciendo
que no le gusta que le manches su bar. No te gusta que el camarero limpie tu
mesa mientras tú estás aquí, o se dedique a recoger lo que tú has tirado.
Porque aunque te parezca bien comportarte como un guarro no te gusta que te lo
digan. Claro que no. Eso te humilla, y no te gusta. Lo que quieres es venir,
tomar lo que te tengas que tomar y luego irte. Ya está. Es sencillo. Por eso
muchos bares no tienen éxito. Porque están todo el día encima con lo de la
limpieza, no te dejan tranquilo. Cuando entras y te limpian la mesa, eso está
bien, porque están limpiando lo que otros dejan. El mensaje está claro: “usted
no se preocupe, señor, que lo que otros ensucian nosotros lo limpiamos. Usted
manche lo que quiera que nosotros no le vamos a decir nada, y cuando se vaya,
limpiaremos lo que usted ha ensuciado, cuando usted se vaya, para que no se
sienta mal”. Ese es el puto mensaje que te hace sentir bien. Si entras a un bar
y te sientes bien, vuelves. Si no, no. Es sencillo. Aunque mi cuñado no cree
mucho en esta teoría. Le he dicho que por qué no la prueba, que por qué no
hacen estudios sobre esto. Se echa a reír, sí, aunque no te lo creas, se echa a
reír, el muy cabrón. Como si no tuviese ni idea de lo que estoy diciendo. Se
cree que porque ha ido a una puta universidad ya lo sabe todo, que… en fin, que
lo que la gente de la calle pueda saber no tiene ningún valor.
Juanjo, el “Caimán”,
miraba con la boca abierta, tratando de encontrar un argumento en contra de lo
que le estaba diciendo su compañero. No es que estuviese de acuerdo. Pero como
siempre, le pillaba por sorpresa. Nunca se había parado a pensar por qué unos
bares tienen éxito y otros no. Bares bien situados y bonitos, que sirven buena
comida, cierran por falta de clientes. Y otros, con un servicio peor y con
comida de peor calidad estaban siempre hasta la bandera. Trató de mantener la
argumentación de Pedro desde el principio en su cabeza, que pese al tamaño no
daba para almacenar mucha información. Siguió haciendo rodar el palillo que
tenía en la boca mientras se recostaba contra el cristal de espaldas a la
calle. Tiró el palillo al suelo y se encendió su puro, el único que se fumaba
al día, el de después de almorzar.
Me ha gustado es una reflexión, que no había yo pensado y que es muy verdad.
ResponderEliminarMe gusta que me lo hayas mandado.
gracias.
Exacto!!! Es asi,cuando un cliente va a tu bar no piensa en que si el local lo a estudiado un tipejo de la universidad,los clientes quieren estar como en su casa pero a lo guarro,en el buen sentido de la palabra,por q para eso pagan para que esten agusto sin que nadie te este obserbando obserbando si manchas o no mancha ,conclusion : lleva tu el bar que no te lleve el bar a ti
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