domingo, 10 de junio de 2012

El secreto de por qué unos bares funcionan y otros no




– ¿Te has parado a pensar por qué tiene tanto éxito este bar? Porque no deja de ser un barucho de mierda, un sitio pequeño, que huele a humo, a frito, a café, los lavabos están sucios. Pero fíjate, está lleno. Siempre está lleno. Mi cuñado, el hermano de mi mujer, ése que es tan listo, el economista, creo que te he hablado alguna vez de él, bueno, pues ése dice que un bar es el negocio de mayor riesgo. Te puede ir bien, o te puede ir mal. Y que nadie sabe por qué unos van bien y otros van mal. Que hacen estudios, ¿sabes?, estudian por ejemplo la ubicación, el número de personas que pasan habitualmente por allí, a las horas que pasan, tienen índices de actividad comercial, en fin, un montón de historias. Luego montan el bar, y bueno, no te voy a decir que tengan que cerrar, porque para eso hacen todos esos análisis, pero que no es como esperaban. Y luego, viene otro cretino, coge el bar y en dos semanas lo tiene como este. Y no es porque te den mejor café, o mejor comida o mejor cerveza. Ni porque te la sirvan antes. Nada de eso. ¿Sabes por qué es? ¿Lo sabes?
– No, no lo sé –respondió el “Caimán”.
– ¿Has visto lo que ha hecho ese taxista? El que acaba de entrar, el que está al fondo.
– ¿Se está tomando un café? –el “Caimán” sabía que era eso lo que estaba haciendo el taxista, pero también sabía que Pedro se estaba refiriendo a otra cosa, que nunca adivinaría.
– Fíjate, ha abierto el sobre de azúcar, lo ha vertido en el café, lo ha arrugado y lo ha tirado al suelo. Lo ha tirado al suelo –remarcó.
–Todo el mundo tira la bolsita de azúcar al suelo, ¿qué quieres que me levante y le ponga una multa? ¿Es eso?
– No, claro que no. Lo que te estoy diciendo es que esa es la razón por la que unos bares tienen éxito y otros no. Lo que nos gusta en realidad, sobre todo a los hombres, es que nos dejen ser tal y como somos. Es decir, unos guarros. ¿Tú tiras las cosas al suelo en tu casa? ¿Dime, tú las tiras al suelo? No, no las tiras. Pero vas a un bar como este, y si tiras el azucarillo vacío al suelo no pasa nada, y si tiras la ceniza al suelo, o la colilla, o dejas las cosas de cualquier manera, o entras con los pies llenos de barro, o con el paraguas mojado, no pasa nada. Eso te da un punto de tranquilidad, ¿entiendes? Lo que la gente quiere es sentirse libre, y cuando tu tendencia natural es la del desorden, la de no preocuparte por el desgaste de las cosas, pues es ahí donde te sientes bien. Imagínate que pones un bar. Sí, que tú ahora decides poner un bar. Y te gastas una pasta. Porque no es barato poner un bar. Te has matado para que te den un crédito, que ni siquiera sabes cómo vas a pagar, y pones un bar. Abres, lo tienes todo impoluto, no vas a abrir un bar y lo vas a tener sucio el primer día, porque la gente diría: si tiene el bar así el primer día, imagínate cómo debe ser ese tío. Entra un tío. El bar está limpio, a estrenar, es el primer tío que entra al bar y te pide un café. Tú se lo sirves. El tío no sabe qué tiene que hacer. Lo normal es que no tire nada al suelo, ni siquiera la ceniza. Si se le cae un poco de ceniza el tío se va a sentir mal. Porque sabe que el bar está impoluto, y si se le cae, si por casualidad se le cae, a ti no te va a gustar, le vas a mirar mal. Es tu bar y no quieres que nadie te lo ensucie. Pero para eso están los bares, ¿entiendes?, para que los manches sin que nadie te diga nada, sin que nadie te moleste, ni se moleste porque tú los uses a tu manera. Y si no, mira las grandes cadenas que funcionan, por ejemplo MacDonalds, no hay sitio más guarro que ése. Por el suelo te encuentras de todo. La gente va allí y sabe que no importa lo guarra que sea, no importa. Por eso tienen éxito. A la gente no le gusta estar en un sitio y que tenga que estar mirando si se comporta de tal o cual manera. Lo que quiere es estar a su rollo, no prestar atención a esas cosas. Por ejemplo. Tú estás comiéndote tu bocadillo, y te vas a tomar tu café, lo que quieres es que el camarero te pregunte si quieres café y te lo traiga, no quieres que venga y te limpie la mesa. ¿Por qué? No porque te guste que tu mesa esté sucia, no, es porque si el tío viene y te la limpia te está diciendo que no le gusta que le manches su bar. No te gusta que el camarero limpie tu mesa mientras tú estás aquí, o se dedique a recoger lo que tú has tirado. Porque aunque te parezca bien comportarte como un guarro no te gusta que te lo digan. Claro que no. Eso te humilla, y no te gusta. Lo que quieres es venir, tomar lo que te tengas que tomar y luego irte. Ya está. Es sencillo. Por eso muchos bares no tienen éxito. Porque están todo el día encima con lo de la limpieza, no te dejan tranquilo. Cuando entras y te limpian la mesa, eso está bien, porque están limpiando lo que otros dejan. El mensaje está claro: “usted no se preocupe, señor, que lo que otros ensucian nosotros lo limpiamos. Usted manche lo que quiera que nosotros no le vamos a decir nada, y cuando se vaya, limpiaremos lo que usted ha ensuciado, cuando usted se vaya, para que no se sienta mal”. Ese es el puto mensaje que te hace sentir bien. Si entras a un bar y te sientes bien, vuelves. Si no, no. Es sencillo. Aunque mi cuñado no cree mucho en esta teoría. Le he dicho que por qué no la prueba, que por qué no hacen estudios sobre esto. Se echa a reír, sí, aunque no te lo creas, se echa a reír, el muy cabrón. Como si no tuviese ni idea de lo que estoy diciendo. Se cree que porque ha ido a una puta universidad ya lo sabe todo, que… en fin, que lo que la gente de la calle pueda saber no tiene ningún valor.
Juanjo, el “Caimán”, miraba con la boca abierta, tratando de encontrar un argumento en contra de lo que le estaba diciendo su compañero. No es que estuviese de acuerdo. Pero como siempre, le pillaba por sorpresa. Nunca se había parado a pensar por qué unos bares tienen éxito y otros no. Bares bien situados y bonitos, que sirven buena comida, cierran por falta de clientes. Y otros, con un servicio peor y con comida de peor calidad estaban siempre hasta la bandera. Trató de mantener la argumentación de Pedro desde el principio en su cabeza, que pese al tamaño no daba para almacenar mucha información. Siguió haciendo rodar el palillo que tenía en la boca mientras se recostaba contra el cristal de espaldas a la calle. Tiró el palillo al suelo y se encendió su puro, el único que se fumaba al día, el de después de almorzar. 

2 comentarios:

  1. Me ha gustado es una reflexión, que no había yo pensado y que es muy verdad.
    Me gusta que me lo hayas mandado.
    gracias.

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  2. Exacto!!! Es asi,cuando un cliente va a tu bar no piensa en que si el local lo a estudiado un tipejo de la universidad,los clientes quieren estar como en su casa pero a lo guarro,en el buen sentido de la palabra,por q para eso pagan para que esten agusto sin que nadie te este obserbando obserbando si manchas o no mancha ,conclusion : lleva tu el bar que no te lleve el bar a ti

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