jueves, 8 de diciembre de 2011

Que la espera no desgaste mis sueños



Mario Benedetti.
De "Hombre que mira a través de la niebla"
Poemas de otros (1973-74)





He querido que esta primera entrada en El futuro real esté dedicada a las muchas personas (aunque apenas rocen la centena, para mí son muchas y muy importantes), cercanas unas, prácticamente desconocidas otras, que han leído alguna de mis novelas y cuentos, que han tenido unas palabras que dedicarme, un comentario de aliento que hacerme, un elogio que brindarme o simplemente una sonrisa con qué reconfortarme.




No he tenido la iniciativa de hacerlo de forma pública en estos nueve años que llevo escribiendo (no sé muy bien con qué finalidad ni objetivo, más allá de no dejarlo de hacer nunca, en la mayoría de las ocasiones por puro deleite y a la vez sin descanso, no deja uno nunca de escribir cuando la vida se observa desde la mirada de la ficción), desde que en el 2003 empezara a escribir mi primera novela, La mirada ajena. Me sentí tremendamente satisfecho e ingenuamente estimulado a publicarla en cuanto la terminé, al año siguiente y (pretenciosamente) pensé que no tardaría en hacerlo: era un momento en que todo se vendía (y no me refiero sólo a la literatura) y cualquier obra podía arrasar en las listas de los más vendidos, el Código da Vinci no tenía rival y yo era un bisoño escritor que, como muchos (no sé cuántos miles habrá en España), pensaba que bastaba con escribir algo decente para conseguir una publicación.

Obviamente, después de ocho años sin haber publicado ninguna de las tres que llevo escritas, soy consciente de lo tremendamente difícil que resulta que un editor se interese por la obra de un autor desconocido. No por ello he dejado de escribir y no creo que vaya a dejar de hacerlo jamás, me resulta impensable vivir sin el horizonte estimulante de lo que voy a contar hoy, mañana y también el año próximo. Estos años sin publicar ficción me hacen tomar conciencia, por suerte, de que publicar no es lo que en realidad me estimula a continuar con mi tarea (de otro modo ya habría dejado de hacerlo) sino el honroso y legítimo deseo de dejar por escrito los mundos y personajes que voy creando, con los que tanto disfruto y con los que tanto aprendo. Siento que lo que escribo forma parte de una obra a la que me debo y a la que no quiero renunciar.

Sin embargo, sí he publicado otras obras, —aquel ímpetu inicial me trajo una primera propuesta de libro por encargo (Pilates para principiantes), y luego tres más (Aprenda a decir NO, Entrena tu cerebro y Las claves del 2012, publicado este último bajo el pseudónimo de Alexander Fowler)que me hacen sentir un privilegiado, entre otros muchos de esos miles, por haber contado con la confianza de un editor. Es por ello que agradezco a Ediciones Obelisco, a su editor, Julio Peradejordi, y muy en especial a Ana Mañas, amiga donde las haya, que me abrió las puertas de Obelisco, la oportunidad que me dieron.

Quiero que este espacio que hoy inauguro, sea un lugar en el que poder ir reflejando mis impresiones y opiniones sobre lo que me rodea y me interesa: la literatura, el cine, la gente, las formas de vida, los deseos, las inquietudes, etc. en el que muchos os podáis asomar para encontrar una mirada distinta, una reflexión que quizá estimule otra, o simplemente una voz cercana con la que compartir argumentos.

Quiero que este espacio que hoy inauguro sea un lugar que haga que la espera no desgaste mis sueños y que la niebla, no llegue a mis pulmones.

Os espero a todos; y a todos, muchas gracias.

José Matas Crespo

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